Aspecto visual
La principal peculiaridad, y lo que diferencia al turrón blando del duro, es que la almendra y la miel se cuecen y se muelen juntas, de ahí, que su aspecto visual sea compacto y mantecoso con ese color tan particular de las maderas del otoño, con ligeros destellos de almendra entera.
En nariz
El primer aroma que descubrimos en nuestro turrón blando, a pesar de la unión de la almendra y la miel, es el de la sublime almendra Marcona tostada. Aroma que nos evocara recuerdos de la niñez, cuando con la inocencia y el arranque de la infancia nos colábamos en algún horno de leña empujados por ese aroma tan característico de la galleta recién hecha. Un aroma que nos conducirá directamente a una placentera relajación, una de las principales propiedades de la almendra.
El turrón blando se elabora con mieles claras, como la de azahar, una de las más aromáticas, de ahí que podamos percibir distintos matices dependiendo de si la flor de azahar proviene del naranjo o del limonero.
En boca
En boca se presenta muy cremoso sorprendiéndonos con trozos de almendra que le da un toque crujiente. A pesar de la unión en el molido y en la cocción y de lo que hemos percibido en nariz, al probarlo, lo primero que descubrimos es la miel y sus aromas y en el paso de boca encontramos la almendra.
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